Cuidar de un recién nacido puede ser abrumador en cualquier estación del año. Pero cuando la estación es el invierno, la situación se vuelve mucho más estresante. La amenaza de temperaturas gélidas, aceras resbaladizas, desconocidos llenos de gérmenes y fuertes vientos son suficientes para mantener a cualquier padre primerizo y a su bebé en hibernación hasta la primavera. Pero no es necesario. Desde el resfriado común hasta las bajas temperaturas, he aquí cómo mantener a tu recién nacido seguro y sano durante todo el invierno.
1) Prevenir la sequedad cutánea
La barrera cutánea de los recién nacidos es más fina y débil que la de los niños mayores, por lo que son más susceptibles a la sequedad, el picor y la descamación que suelen acompañar a las bajas temperaturas invernales, la escasa humedad y el calor seco de los interiores. Para proteger la delicada piel del recién nacido, báñalo sólo cada tres días. Después de secar suavemente a tu pequeño, aplícale una crema hidratante sin perfume por todo el cuerpo. Ten en cuenta que las cremas hidratantes viscosas y untuosas retienen mejor la humedad que las cremas. Aplícasela a menudo.
2) No enciendas la calefacción
Ajusta el termostato entre 20 y 22 grados… ¡y no más! Aunque es lógico que quieras que tu bebé esté calentito y abrigado durante el invierno, subir demasiado la calefacción no es una buena idea. Sí, la piel de tu recién nacido puede resecarse, pero lo más importante es que tu bebé podría sobrecalentarse, lo que le incomoda, perturba su sueño… y aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante (SMSL). De hecho, el riesgo de SMSL es mayor durante el invierno. La mejor forma de mantener a tu bebé seguro y abrigado mientras duerme es vestirle con una sola capa más de la que llevas tú. Mantén todas las mantas sueltas fuera del espacio de sueño de tu bebé y acuéstalo siempre boca arriba.
3) Disfruta del aire libre
Los recién nacidos no tienen la capacidad de regular su temperatura central; carecen del reflejo de escalofrío para aumentar su calor corporal en el frío; y tampoco tienen suficiente grasa para hacerlo. Pero eso no significa que tú y los tuyos debáis quedaros en casa toda la temporada. Salir al aire libre con tu bebé es importante. De hecho, pasar tan solo 20 minutos en la naturaleza es suficiente para mejorar el bienestar -algo que todos los padres primerizos podrían aprovechar-, según un estudio de 2019. Además, los bebés que pasan tiempo al aire libre expuestos a la luz natural, duermen mejor que los bebés que no.
4) Sé prudente con la silla del coche
¿Acabas de abrigar a tu bebé? Si estás a punto de abrochárselo en la sillita del coche… ahora es el momento de desabrochárselo. Como norma general, los abrigos de invierno y los trajes de nieve voluminosos no deben llevarse debajo del arnés de la silla de coche. Independientemente de lo que lleve puesto el bebé, si puedes pellizcar las correas del arnés del asiento del coche, hay que apretarlo para que quede bien ajustado al pecho de tu pequeñín. Y para mantenerlo calentito durante el viaje, asegúralo en la sillita y ponle una manta en la parte inferior del cuerpo. Pero no olvides quitársela cuando el coche se caliente, no vaya a ser que se acalore.
5) Conoce las señales de alarma
Es importante asegurarse de que tu bebé no tiene demasiado frío… ¡o demasiado calor con tanto abrigo invernal! Tócale las orejas y el cuello. Si tiene las orejas rojas y calientes y el cuello sudoroso, es que tiene demasiado calor. Prueba a quitarle una capa de ropa. Si los síntomas no mejoran, ponte en contacto con tu pediatra. Para saber si tu pequeño tiene demasiado frío, ponle la mano en la espalda, el pecho o la barriga. Si lo notas frío al tacto, caliéntalo añadiéndole otra capa de ropa.
6) Mantén los gérmenes a raya
Para los recién nacidos, la mejor prevención contra el resfriado común es mantenerse alejados de las personas enfermas y resfriadas. Esto es especialmente cierto durante el invierno, cuando hay más gente enferma. Aunque el resfriado común suele ser una enfermedad leve para un niño mayor, puede causar rápidamente problemas graves, en un lactante. Si tu bebé tiene 3 meses o menos, llama al pediatra al primer síntoma de enfermedad.